miércoles, 2 de noviembre de 2011

No olvides quién eres

Sentada en un cómodo butacón frente al fuego, me paso el filo de la lengua por el borde de mis afilados colmillos pensativa. Me gusta mirar el fuego, de la misma forma que a los humanos les fascina observar todo aquello que puede destruirles, sin embargo, yo soy invulnerable a prácticamente todo, sólo las llamas puede destruirme. 

Los maderos empiezan a chisporrotear y el fuego arde con más fuerza. Observo fascinada como las chispas trepan por la pared de la chimenea, como pequeñas salamandras que buscan una salida. He vivido durante siglos y, sin duda lo mejor de la inmortalidad, es la gran cantidad de libros que puedo leer. Irónico ¿verdad? Sin duda, un humano al cual se lo concediera tal don o maldición, pensaría en miles de cosas que podría hacer y entre ellas probablemente no estaría leer muchos libros. Sin embargo, la cosa cambia cuando realmente la tienes (la inmortalidad) y te cansas de vivir. Acumulas miles de experiencias, te hacen daño, sufres, ríes, lloras. Te alegras, te lamentas, te entristeces y te recuperas. ¿Por qué no lo ibas a hacer? Dicen que el tiempo lo cura todo, ja, ja, ja, muy buena la broma. 

El problema de eso, es que no concedes a las experiencias el valor que realmente poseen. Como cuando deseas tener algo con mucha intensidad y luego lo tienes en abundancia. Te acostumbras a tenerlo y ya no te parece tan especial, no lo cuidas con el mismo mimo que antes. Lo único que si es especial son las relaciones con los humanos, cada segundo se atesora puesto que sabes bien que puede ser el último. Eso es lo único que me hace sentir algo, el resto del tiempo estoy vacía como una cáscara, en la compañía de mis libros, ellos son lo único que perdura… 

Las llamas danzan y van adquiriendo una tonalidad verdosa que da a las paredes de piedra un aspecto enfermizo. Sobresaltada fijé la vista en ellas y observé que en el centro del hogar se formaba con lentitud una forma. Era un rostro atemporal, que parecía poseer en el toda la intensidad del rojo que había perdido la verdosa llama. 

Con curiosidad (¿Por qué iba a tener miedo?) me acerqué pero manteniéndome a una distancia prudencial. Las quemaduras en mi especie son muy dolorosas y tardan en curar. El rostro habló con una voz crepitante, como el crujir satisfecho de las llamas. 

- ¿Te arrepientes de algo en la vida realmente? – Me preguntó 

- Pues… - Reflexioné unos breves segundos – A veces, de algunas cosas es posible, como por ejemplo, de ser como soy. Sin embargo, todo tiene su lado bueno y su lado malo. 

- ¿Tú crees que si no te hubiesen sucedido algunas cosas en tu vida serías más feliz ahora? 

- Bueno… quizás sí 

- Pues te concedo un deseo por así llamarlo – Habló el rostro – Aquellas experiencias que te gustaría que no hubiesen pasado nunca, por el sufrimiento que te provocaron o porque su recuerdo te torture, podrás olvidarlas. Será como si nunca hubiese pasado. ¿Qué me respondes? 

Me lo pensé durante un buen tiempo, la cabeza en las llamas no parecía tener ninguna prisa por marcharse ni yo curiosidad por saber realmente que era ese ser. 

- Bueno – Dijo tras largo rato - ¿Qué te parece, aceptas o no? 

- La verdad que suena bien… 

- Claro que sí – Replicó satisfecha 

- Pero no lo acepto 

- ¿No? – Exclamó sorprendida - ¿Por qué no? 

- Todas esas vivencias, me hacen ser como soy, me hacen pensar como pienso, conforman mi carácter y mi personalidad. Si desaparecieran, ya no sería yo, sería otra persona y yo, soy yo y me gusta tal y como soy, por mucho sufrimiento que me causen mis recuerdos. 

- Como quieras –El rostro parecía enojado 

Desperté con un cabeceo y miré al fuego asustada. Las llamas volvían a tener su color habitual. Sin embargo, me sentí inquieta. Los vampiros no dormimos. Nunca. Jamás. 

Quizás haya otras cosas a las que temer aparte del fuego…

Kira =^.^= Dedicado a cierta persona que se cree que cuando miro a la chimenea, me estoy durmiendo, pues no, que estaba pensando en esto, ala.


'' Vivir es perder ''

- Stargate Universe -

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