jueves, 2 de mayo de 2013

El día en que murió la humanidad

El capitán Patrick Kirk corrió por el pasillo de la nave. Varios disparos láser zumbaron a su alrededor pero consiguió resguardarse tras un enorme contenedor metálico de víveres abandonado en el corredor. Sin embargo, allí ya había alguien que había tenido la misma idea. 

- ¡Susan! – Gritó Patrick - ¿Qué demonios haces aquí? ¡Ordené a toda la tripulación que se ocultase en el almacén y que no saliese bajo ningún concepto! 

- Patrick – Replicó Susan – Cálmate. No me grites. Sólo quería ayudar, distraerles mientras tú intentabas tomar el puente de mando. 

- No, Susan. Si te pasara algo como a James yo… - A Patrick se le entrecortó la voz. 

- Patrick, no podías hacer nada por salvar a James. Los dos le queríamos, pero es inútil que te sigas atormentando por su causa. 

- ¡Pero era mi hermano! ¡Y tu esposo! Os fallé a los dos y no volverá a suceder. Vuelve a la bodega, por favor, Susan, hazlo por James. 

Negros recuerdos asaltaron la memoria de Patrick… 

Un periódico revoloteaba de aquí para allá, entre el polvo y el hollín de la calle. En la portada, en grandes letras de imprenta en negrita, aún se podía leer: ‘’Robots inician una guerra. Reductos humanos aún resisten al invasor. Cada vez más se encuentran entre los muertos y los prisioneros. ¿Hay esperanza para nosotros?’’. James se agachó y lo cogió, leyendo detenidamente la portada, para después arrojarlo de nuevo al suelo. El periódico revoloteó hacia las ruinas de una casa cercana. 

- ¿Has visto hermano? ¿Has visto lo que provoca la necedad humana? – Sonrió James con amargura. 

- James, tú nunca podías haber previsto que pasaría esto. Cuando diseñaste los robots para Paladio Corp, tú solo diseñaste tu proyecto, como hacen… hacían miles de científicos. Nadie puede prever el futuro. 

- Hacían… Esa es la palabra. Ya apenas quedan científicos. Están casi todos muertos, o prisioneros, como el resto de la humanidad. Probablemente estén mejor así. 

- James, ¿Por qué toman prisioneros los robots? ¿No es extraño? 

- No lo sé hermano. 

- Pero, tú los creaste. ¿No tienes ni siquiera alguna hipótesis? 

- No creo que sus motivos estén al alcance de la comprensión de unos simples humanos. Ya hemos llegado. 

Ante ellos se alzaba, extrañamente impoluta entre los escombros y el hollín, la sede de Paladio Corp. 

- Paladio Corp – Murmuró James – Donde comenzó… y terminará todo. 

- ¿Estás seguro de querer hacer esto James? ¡Es una locura! 

- He de intentarlo al menos hermano. Enmendar mis errores del pasado. 

- Pero… 

- Nada de peros, ya lo hemos hablado. El plan es sencillo: Entraré, pulsaré cuatro botoncitos en la computadora central y la humanidad habrá ganado de nuevo. 

James caminó decididamente hacia la puerta de Paladio Corp. Observó el panel alfanumérico de la entrada. 

- Tú quédate aquí, será sencillo. 

Patrick se escondió en la sombra cercana de un edificio, observando a su hermano con aprensión. James marcó la contraseña en el teclado y la puerta se abrió con un susurro. En la entrada, una decena de robots los observaron en una quietud sobrenatural. Poco a poco el color de sus ojos fue cambiando a rojo. 

- Patrick – Dijo calmosamente James – Están iniciando el protocolo de combate. 

- ¡James, no! 

- ¡Corre Patrick! ¡Encárgate de la nave! 

Las puertas se cerraron detrás de James. 

- ¡No, James, noooooooooooooo! 

Patrick echó a correr hacia la puerta. Está se abrió repentinamente y una salva de disparos láser le recibieron. Con los ojos bañados en lágrimas, se puso a cubierto detrás de una pared que quedaba en pie. 

- Lo siento James – Susurró limpiándose con furia las lágrimas con el dorso de la mano – He de irme. 

Patrick salió de su escondite y, con paso decidido, se encaminó hacia la estación espacial, la última esperanza, la nave que los llevaría a través del espacio en busca de un nuevo hogar para los humanos, lejos de los robots que se adueñaban de la Tierra. 

- ¡Capitán! – El grito de Susan le devolvió a la realidad - ¡Los robots nos están rodeando! 

- ¡Vamos! 

Tomándola de la mano, echaron a correr, disparando a su espalda contra los droides para cubrirse. Se metieron en un pasillo lateral desierto. En su lateral se abría un pequeño cuarto de mantenimiento. Se escondieron apresuradamente dentro. 

- Parece que no nos siguen ya – Comentó Patrick mirando cautelosamente por la rendija de la puerta semiabierta. 

- Patrick… 

- No Susan – Dijo él con severidad – Tú quédate aquí, ya ha muerto demasiada gente por mi culpa, ¿No crees? 

- Y más gente que morirá si no me dejas ayudarte – Repuso ella con calma - ¿Quieres que todos en la nave mueran por tu sentimiento de culpabilidad por lo de James? ¡Nos jugamos demasiado para que quede en manos de una sola persona! 

- Susi, tú no lo entiendes – James se dio la vuelta bruscamente para evitar sus ojos, que lo miraban inquisitivos. 

- ¿El qué he de entender? 

- Yo… no soportaría que te pasase nada malo ¿Entiendes? No puedo dejar que te pase nada. Os salvaré a todos, a ti y a la nave. Yo solo. Por James. 

- No Patrick, esto no es decisión tuya. Se cuidarme yo sola. Y tampoco quiero que te pase nada malo a ti. No tienes por qué cargar con esto tú solo. 

Él suspiró. Sabía que luchaba en una guerra en la que no podía ganar. 

- De acuerdo, tú ganas, pero por favor, ve detrás de mí. 

Los dos salieron cautelosamente de su escondite. El pasillo continuaba vacío. Susan consultó un pequeño mapa holográfico anclado a la pared. 

- Nosotros nos encontramos aquí. Si tomamos este pasillo y nos introducimos por el conducto de ventilación del pasillo A-27, podemos acceder directamente al puente de mando sin que nos vean, e intentar tomarlo por sorpresa. 

- Pero todas las rejillas de ventilación que hay en el puente de mando se encuentran a mucha altura del suelo – Repuso él – Nos haríamos polvo en la caída. 

- ¿Ves? – Sonrió Susan – Al final te alegrarás de que haya venido. Le enseñó una larga y delgada cuerda de fibras metálicas que llevaba anudada en uno de sus bolsillos. 

- Susi ‘’bolsillos’’ vuelve a la acción ¿eh? – Patrick sonrió – Tan previsora como siempre. Vamos. 

Tomaron el camino señalado y llegaron sin apenas percances, después de haber dejado un par de droides de vigilancia fuera de combate con el arma láser de Patrick. Se introdujeron en el angosto conducto de ventilación. Tras los que parecieron ser horas arrastrándose sobre los codos y las rodillas, Susan murmuró: 

- Aquí es. 

Bajo ellos se abría la rejilla que daba a la sala de mandos de la nave interestelar. Y curiosamente, estaba… 

- Vacía – Dijo sorprendido Patrick – La sala está vacía. ¿No nos habremos equivocado? 

- No – Repuso Susan consultando de nuevo el mapa holográfico de la pared – Estamos justo donde queríamos llegar. 

Descendieron con ayuda de la cuerda de Susan. Pero, al pisar el suelo, unos sensores se activaron en las paredes. Una docena de robots entraron por la puerta principal, con las armas prestas para el combate. Pero no dispararon, se mantuvieron ahí bloqueando la salida. Uno de ellos, el más pequeño de todos, les habló: 

- Quietos, no os mováis o seréis neutralizados. 

- ¡Un robot que habla! –Exclamó Susan 

- Soy un droide Z-390 de comunicación y estoy facultado para comunicarme con vosotros en cualquier idioma que deseéis utilizar. Soltad las armas – Repuso el pequeño robot con voz metálica. 

- Deberíais de hacerle caso – Repuso una suave voz proveniente de detrás de la muralla robótica – Mis robots no se andan con rodeos. 

- ¿Ja-James? – Patrick se quedó lívido 

- En efecto, aquí estoy hermano – James pasó junto a los robots, los cuales no movieron ni una pieza para impedírselo. 

- Pero moriste… - Susurró Patrick – Moriste… 

- Hermano, siempre tan limitado. Cogedlos y desarmadlos. 

Los androides, obedeciendo la orden de James, se abalanzaron sobre ellos inmovilizándolos. El pequeño robot de comunicación le entregó a James el arma de Patrick, situándose después a su lado. 

- James – Repuso Patrick tembloroso - ¿Qué sucede? ¿Qué es todo esto? 

- Oh – Suspiró James – Creía que era evidente. Se me olvidaba que había que explicártelo todo, una irritante manía tuya. Bien, creo que no es difícil de entender. Soy un genio. Inventé a estas maravillosas criatura – James hizo un gesto grandilocuente con la mano, abarcando a los robots que los inmovilizaban – Los doté de una inteligencia sin límites y de mil y una habilidades. Son mis criaturas, mis creaciones. Mil veces más perfectas que el más perfecto de los humanos. Y son mías. Soy su creador, su padre, su dios. ¡Ellos no son objetos que vosotros los humanos podáis manejar a vuestro antojo ni tratar como esclavos! ¡Son superiores! 

- Hablas como si tú mismo no fueras humano… - Susurró Patrick 

- Porque por supuesto que ya no lo soy, hermano. Me he hecho un igual a ellos, no pueden estar dirigidos, ellos, una raza superior, por una inferior. Cuando fui a la sede de Paladio Corp, utilicé el ordenador central para transferir mi conciencia a un androide fabricado por mí, a mi imagen y semejanza. Ahora soy como ellos. Soy el más perfecto de todos. Soy inmortal. Su único amo y señor. Y vosotros los humanos debéis doblegaros ante el nuevo ser superior, ante el nuevo orden que nace, como anteriormente los animales hicieron ante vosotros. No tenéis donde huir o donde esconderos. 

- ¡James! – Gritó Susan - ¡Estás loco! ¡Eres un maldito… 

No pudo terminar la frase. Alzando el arma de Patrick, James le disparó certeramente. Susan se desplomó, indudablemente sin vida. Sus ojos vacios aún le observaban aterrorizados. 

- ¡No! – Gritó Patrick fuera de sí - ¿Qué has hecho? ¡Maldito seas! ¡Estás loco! 

- Chisss – Siseó James – No digas esa palabra, hermano. Es muy ofensiva para mí. Todos aquellos que en algún momento me lo llamaron, ahora está muertos. 

- ¡James… Si algún queda algo de piedad, de cordura, de humanidad, de lo que sea, dentro de ti, deja ir a esta gente, por favor! ¡No los necesitas! 

- ¡Claro que los necesito hermano! – Rió suavemente James - ¡Todo rey necesita vasallos, esclavos y bufones! 

- ¡Maldito seas James! 

- Ais – Suspiró él – Me aburres Patrick. ¿Algo más – Repuso él apuntándole con la pistola – que gritarme maleducadamente antes de que te mate y ponga rumbo a esta nave de nuevo hacia la Tierra? 

- Si – Repuso furioso Patrick – Ya lo veo. Cada sociedad siempre ha tenido algún tipo de mal. Pero el mal de esta no puede considerarse que haya sido que los robots se hayan vuelto contra nosotros, no. El mal de esta ha sido en que nosotros nos hemos vuelto como ellos. Queríamos a los robots para que trabajasen por nosotros, como siempre explotamos aquello que no se puede defender. Somos egoístas, no nos importa nada más que nuestros propios intereses. Tenemos nuestros propios problemas en los que ahogarnos, y no nos interesan los de los demás. No nos damos cuenta del daño que nos hacemos unos a otros. Y es una cadena interminable, en la que nadie da el primer paso para solucionarlo. Porque, si muestras compasión hacia alguien, lejos de esa persona portarse igual contigo, se aprovecha de ti. Se aprovecha de tu debilidad y se ríe de ella, aunque él mismo sienta que está solo y llore en su soledad. Porque es un mundo falso e hipócrita. Y tú, James, tú eres la encarnación de todo ello. Te presentas como un triunfador pero sabías que este no era el camino correcto. Sin embargo, ahora ¿Qué mejor oportunidad que esta para vengarte del mundo? ¿De ese mundo que te hizo ser así? Se lo devuelves, ojo por ojo y diente por diente y no demuestras ser mejor que ellos. Has matado a Susan, ella te quería. Y quieres matarme a mí, a tu propio hermano, sólo porque nos hemos interpuesto en el camino de tus locas ambiciones. Te da igual esta nave llena de seres humanos porque quieres poder, y lo quieres a costa del sufrimiento de quien sea. Porque en la guerra de esta vida ya no queda lugar para el amor, la entrega, la amistad y demás. Sólo hay lugar para el odio, la ira, la ambición, la prepotencia, la venganza. Pues bien, tenemos lo que nos merecemos, ciertamente. Nosotros mismos nos lo hemos buscado, actuando como lo hacíamos – Patrick apretó la mandíbula- Y he de decir que, sinceramente, me alegro de no tener que seguir viviendo en un mundo así – Una lágrima cayó por su mejilla, deslizándose hasta el aséptico suelo de metal – Pobres los que dejo atrás, pues seguirán camino hacia su propia autodestrucción, encabezados por ti. Hoy es el día en que la agonía de la humanidad acaba al fin, es el día en el que muere la humanidad. 

- Muy conmovedor y profundo hermano – Dijo James bostezando – Aunque… bastante aburrido. 

Y disparó. 

Kira =^.^=

''Sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción''

- Isaac Asimov -