sábado, 21 de diciembre de 2013

Para él

Para ti, que llegaste para salvarme de mí. Que tartamudeaste y te pusiste colorado al declararte. Estás tan guapo cuando te pones tímido... tú, que precisamente eres la persona más segura que conozco. Tú, que te encanta hacerme reír hasta que me duele la tripa. Que te apropias de los sábados y los haces inolvidables. Los domingos tan especiales de peli y manta.  Los recitales que me haces de guitarra eléctrica en la azotea de tu casa, hasta que suben los vecinos a protestar. 

Que me encantas, desde esos ojazos preciosos hasta el último dedo meñique de tus dos pies izquierdos. Eres jodidamente guapísimo. (Aunque no sepas bailar). Que me encanta cuando te recoges el pelo en esa mini coleta tuya y se te escapan algunos mechones. Cuando me dices que no es que tú hables bajito, es que yo tengo un plátano en la oreja. (Tú hablas bajito, jum). Cuando tengo un día asqueroso y vienes a traerme chuches. Cuando sonríes, con esa sonrisa llena de misterio y me pones nerviosa mirándome fijamente con tus ojos claros. (Eres malo). Que cuando quieres chincharme dices que soy la princesa Llama… y no solo por mi pelo rojo. (Ma-lo). Cuando me respondes a los WhatsApps con berenjenas. Cuando me dejas notas con poemas en mis cosas, para que a lo largo del día las vaya encontrando. Cuando apaciguas mis enfados, y mitigas los huracanes y estallidos. Cuando simplemente me abrazas, y queda todo dicho.

Y cuando te aprendiste durante semanas Love song de The Cure sin que yo lo supiese, y la tocaste para darme una sorpresa. Cuando me riñes porque no me gusta ninguna foto y de todas formas, te diga lo que te diga, te las guardas todas. Cuando me haces trenzas en el pelo. Cuando me llamas sólo para decirme lo preciosa que soy. Cuando los bocetos que haces son sobre mí. Y hay que ver con que ojos me miras, porque siempre te ponen buena nota. Me parece a mí que estás un poco cegato, y que te tendrán que poner gafas… Pero aún así, me encantas igual.

Kira =^.^=



''Whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am home again.
whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am whole again.

Whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am young again.
whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am fun again.

Whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am free again.
whenever I'm alone with you,
you make me feel like I am clean again''

- The Cure; Love Song -



jueves, 3 de octubre de 2013

Mariposas

El prado estaba cuajado de mariposas. Tamizaban los árboles esmeraldas con sus bellas alas de color azul, en fiero contraste con el cielo pastel. A lo lejos, el chirriar del columpio colgado del manzano la hace sonreír. Una cálida brisa se cuela entre los árboles, mece la fragante hierba y lleva hasta su nariz, juguetón, el fresco olor de la menta y la hierbabuena. Ella es feliz en su prado, rodeada de mariposas, de libros y poemas. Aquí no existe el tiempo, sólo las mariposas.

Los días se suceden en una perezosa y desordenada sucesión, mientras lee en su columpio o se refugia por las noches en la cálida cabañita de madera. Le gusta pasear por las lindes del prado, observando las fragantes flores y sus suaves pétalos. Le gusta escuchar el trino de los pájaros, armonía pura que se eleva entre las copas de los árboles que salpican el prado. Le gusta recoger las dulces manzanas que le ofrece con cariño el viejo y nudoso manzano, con la paciencia propia de un anciano milenario. Su pequeño prado lo tiene todo aunque… quizás le falte algo. 

Un ruido apagado la sobresalta. Algo ha caído en un extremo del prado, donde comienza el extenso y umbrío bosque. Ella se acerca y lo recoge. Es una gran hoja marrón. Se acerca el invierno, observa ella con pena. Él se acerca sigilosamente a ella por detrás y la abraza. Ella pega un respingo y deja caer la hoja seca mientras ríe. El sonido de su risa se eleva hasta el cielo. Ahora todo está en su sitio, todo está completo. Observan juntos la nieve caer en el gran bosque. Ella dirige su mirada hacia el prado y una pequeña mariposa se posa fugazmente sobre su hombro para huir rápidamente ante el soplo de él. Allí, en el prado, siempre es primavera.

Kira =^.^=
''Pienso que no hace falta decir estas cosas,
pero al verte sentí dentro mariposas''

- Rayden; Mariposas-

lunes, 1 de julio de 2013

Antes de que el sol nazca

Y al amanecer del tercer día, levanta tu vista, observa el cielo palidecer. Cíñete tu espada, ajusta tu coraza. Has de partir, antes de que el sol nazca. Despeja tu mente de cualquier tribulación. Sigue con la vista al águila, que hacia la lejana montaña avanza orgullosamente. Él ve nieve inmutable, abruptos precipicios. Se lanza en picado y sobrevuela las antiguas puertas del reino enano y remonta hacia el amanecer incipiente. Has de seguir su mismo camino, antes de que el sol nazca.

Recoge tus pertrechos, monta tu caballo y cabalga por las verdes praderas, por desolados yermos, por áridos desiertos y umbríos bosques. Avanza sin temor, sin dudar, dirígete a la aventura, al tesoro, al dragón, al destino. Visita a elfos en sus valles encantados, cuevas de altos techos y imponente mampostería, grandes salones de reyes y humildes chozas de campesinos.

Observa la desolación del dragón y los parajes arrasados. Enfrenta las cuadrillas de orcos con arrojo, mas ten cuidado con sus temibles wuargos. Grandes peligros te acechan, viajero. Parte, parte ya hacia la aventura, antes de que el sol nazca.

Y cuando te encuentres en grandes dificultades, cuando tus fuerzas flaqueen y el miedo te arrostre, cuando estés agotado y hambriento, cuando estés herido y perdido, llama al viejo Peregrino Gris, y él acudirá en tu ayuda. Cuando necesites consejo, cuando las dudas te asalten y los temores no te dejen conciliar el sueño, avisa al sabio Mithrandir y el te guiará.

¡Aventurero despierta! ¡Despierta ya! ¡Hacia el perdido reino enano has de partir, antes de que el día nazca!

Kira

''Más allá de las frías y brumosas montañas,
mazmorras profundas y cavernas antiguas,
a reclamar el oro hace tiempo olvidado,
hemos de ir, antes que el día nazca''

- Tolkien; El Hobbit -

El último vals

Oh amor, venga, concédeme un vals. ¿Dónde? Pues aquí, aquí arriba, donde todos flotamos [1]. ¡Qué delicioso baile de máscaras! Vaya chica, parece que la llevas demasiado apretada. Cuidado chico, esa te queda demasiado grande. ¡Qué falta de protocolo!

Vamos mi amor, entremos. Um, ¿preguntas por la razón de llevar máscara? Pues verás, aquí arriba, donde todos flotamos, hay que entrar disfrazado con máscara, es conditio sine qua non. ¿Quién impuso esa norma? No lo sé, es bastante absurda, pero quiero bailar contigo.

La levedad, una curiosa característica en nuestros pies, como un breve cosquilleo. ¿Todos flotamos aquí arriba o nos hundimos? No lo sé, no sé ya dónde es arriba dónde abajo. De todas formas, el eco resonante de las risas alegres dispersa cualquier pensamiento posible. Oh venga amor, no te hagas de rogar más, concédeme un vals.

La música suena, la orquesta toca un dulce son sin cesar, tus dos manos en mi talle y las mías en tus hombros, ¡Es fácil! Un, dos, giramos y giramos, los vellos se erizan, que dulce sensación. Un, dos, giramos y flotamos, que marea de sensaciones y color.

¡Uy! Lo siento mi amor, sabes que nací con dos pies izquierdos. El carrillón suena feliz, el tronar de su vozarrón expande por la sala once llamadas broncíneas. Y todos bailan, todos bailamos, sonrientes sus máscaras resplandecientes, tus manos sobre mi talle y las mías sobre tus hombros, aquí, aquí arriba, donde todos flotamos.

Eh, no te acerques chica, tu perfume no logra disimular del todo el olor de podredumbre que exhalas. Quita tus zarpas de ahí, chico, sólo él me puede tocar. El compás es abrumador y cálido, giramos en amplios movimientos amapolados, entre perfumes y champán, hipocresía y mentiras, semejante amalgama hábilmente entrelazada por una perversa mano invisible.

Oh amor venga, concédeme un último vals esta noche, sé que quieres, veo brillar tus ojos tras la máscara. Ciñe mi talle con dulzura y bailemos con pasión, enseñémosle a estos pusilánimes bailarines como se flota aquí, muy arriba. Oh amor, no, hacia allí no, protégeme de la chica agusanada, del chico baboso, de la chica de la máscara eterna y del chico de la máscara holguera. Ya mismo, ya mismo vendrá ÉL y nos tendremos que quitar las máscaras, todo esto acabará, así que concédeme este último vals, por favor.

El embrujo se rompe repentinamente con las doce funestas campanadas del alegre carrillón. ¿Lo sientes? Ya está aquí, donde todos flotábamos, está entre nosotros. La Muerte Roja [2] ya está aquí y las máscaras caen, las máscaras se hunden, junto con nosotros. Siempre nos hemos estado hundiendo, pero ya no sabíamos donde era arriba y donde era abajo.

Oh amor, nunca me ha gustado mucho esta fiesta, preferiría estar contigo a solas. Huyamos de aquí a un lugar donde ÉL no exista, donde no nos hundamos más, donde podamos bailar a solas toda la noche entre el cálido perfume de los cerezos.

[1] Referencia a It de Stephen King
[2] Referencia a La Máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe

Kira

'' Baby, won't you dance with me to the night
to the serious moonlight
Brighter than the stars above you shine
And the loving feels alright
Give me the moment that the world won't need''

- The 69 Eyes; Dance d'amour - 




domingo, 9 de junio de 2013

Sólo quedaron letras

Lo teníamos todo. Las largas y calurosas tardes de verano, en un banco sentados, con una bolsa de patatas fritas, hablando de cambiar el mundo, de amor, de poesías de Neruda, de besos de verdad, de proyectos, de tonterías y bromas. Las cortas y frías tardes de invierno, en un banco sentados muy juntos, hablándonos sólo con la mirada. Las tardes con sabor a cereza, las tardes con sabor a vainilla y a chocolate, tardes de piscina, de paseos, de parque, de sorpresas, de feria, de tiendas, de cine, de ilusiones e impaciencia. Lo teníamos todo y no quedó nada, el error cometido que lo destruyó todo fue implacable.

Y las tardes siguieron, pero ya no había dos almas sentadas en cada banco que se encontraban. Pero al menos teníamos las letras. Sólo nos quedaron las letras.

Sólo me quedaron las letras y la promesa de un futuro mejor, de nuevas tardes para la memoria. Y ahora ya no me queda nada, me lo has arrebatado todo.


Ya no me queda nada, ni siquiera las letras, nuestras letras.

Kira


''You are so cruel, why do I love you?
Even though I know that you aren't good for me.
My feelings are actually
Laughably simple, and simply laughable.

It is over, but idiotically I still want to be with you
It is over, and I don't want to understand: Every person is forever alone.
Love is just a dream, an idea and nothing else.
Deep inside each stays alone and empty
It means that every end also could be a beginning,
But why does it hurt so much, and why is it so hard?

I'll let you go, even though it tears break me to shreds''

- Die Arzte; Nichts on der welt -






jueves, 2 de mayo de 2013

El día en que murió la humanidad

El capitán Patrick Kirk corrió por el pasillo de la nave. Varios disparos láser zumbaron a su alrededor pero consiguió resguardarse tras un enorme contenedor metálico de víveres abandonado en el corredor. Sin embargo, allí ya había alguien que había tenido la misma idea. 

- ¡Susan! – Gritó Patrick - ¿Qué demonios haces aquí? ¡Ordené a toda la tripulación que se ocultase en el almacén y que no saliese bajo ningún concepto! 

- Patrick – Replicó Susan – Cálmate. No me grites. Sólo quería ayudar, distraerles mientras tú intentabas tomar el puente de mando. 

- No, Susan. Si te pasara algo como a James yo… - A Patrick se le entrecortó la voz. 

- Patrick, no podías hacer nada por salvar a James. Los dos le queríamos, pero es inútil que te sigas atormentando por su causa. 

- ¡Pero era mi hermano! ¡Y tu esposo! Os fallé a los dos y no volverá a suceder. Vuelve a la bodega, por favor, Susan, hazlo por James. 

Negros recuerdos asaltaron la memoria de Patrick… 

Un periódico revoloteaba de aquí para allá, entre el polvo y el hollín de la calle. En la portada, en grandes letras de imprenta en negrita, aún se podía leer: ‘’Robots inician una guerra. Reductos humanos aún resisten al invasor. Cada vez más se encuentran entre los muertos y los prisioneros. ¿Hay esperanza para nosotros?’’. James se agachó y lo cogió, leyendo detenidamente la portada, para después arrojarlo de nuevo al suelo. El periódico revoloteó hacia las ruinas de una casa cercana. 

- ¿Has visto hermano? ¿Has visto lo que provoca la necedad humana? – Sonrió James con amargura. 

- James, tú nunca podías haber previsto que pasaría esto. Cuando diseñaste los robots para Paladio Corp, tú solo diseñaste tu proyecto, como hacen… hacían miles de científicos. Nadie puede prever el futuro. 

- Hacían… Esa es la palabra. Ya apenas quedan científicos. Están casi todos muertos, o prisioneros, como el resto de la humanidad. Probablemente estén mejor así. 

- James, ¿Por qué toman prisioneros los robots? ¿No es extraño? 

- No lo sé hermano. 

- Pero, tú los creaste. ¿No tienes ni siquiera alguna hipótesis? 

- No creo que sus motivos estén al alcance de la comprensión de unos simples humanos. Ya hemos llegado. 

Ante ellos se alzaba, extrañamente impoluta entre los escombros y el hollín, la sede de Paladio Corp. 

- Paladio Corp – Murmuró James – Donde comenzó… y terminará todo. 

- ¿Estás seguro de querer hacer esto James? ¡Es una locura! 

- He de intentarlo al menos hermano. Enmendar mis errores del pasado. 

- Pero… 

- Nada de peros, ya lo hemos hablado. El plan es sencillo: Entraré, pulsaré cuatro botoncitos en la computadora central y la humanidad habrá ganado de nuevo. 

James caminó decididamente hacia la puerta de Paladio Corp. Observó el panel alfanumérico de la entrada. 

- Tú quédate aquí, será sencillo. 

Patrick se escondió en la sombra cercana de un edificio, observando a su hermano con aprensión. James marcó la contraseña en el teclado y la puerta se abrió con un susurro. En la entrada, una decena de robots los observaron en una quietud sobrenatural. Poco a poco el color de sus ojos fue cambiando a rojo. 

- Patrick – Dijo calmosamente James – Están iniciando el protocolo de combate. 

- ¡James, no! 

- ¡Corre Patrick! ¡Encárgate de la nave! 

Las puertas se cerraron detrás de James. 

- ¡No, James, noooooooooooooo! 

Patrick echó a correr hacia la puerta. Está se abrió repentinamente y una salva de disparos láser le recibieron. Con los ojos bañados en lágrimas, se puso a cubierto detrás de una pared que quedaba en pie. 

- Lo siento James – Susurró limpiándose con furia las lágrimas con el dorso de la mano – He de irme. 

Patrick salió de su escondite y, con paso decidido, se encaminó hacia la estación espacial, la última esperanza, la nave que los llevaría a través del espacio en busca de un nuevo hogar para los humanos, lejos de los robots que se adueñaban de la Tierra. 

- ¡Capitán! – El grito de Susan le devolvió a la realidad - ¡Los robots nos están rodeando! 

- ¡Vamos! 

Tomándola de la mano, echaron a correr, disparando a su espalda contra los droides para cubrirse. Se metieron en un pasillo lateral desierto. En su lateral se abría un pequeño cuarto de mantenimiento. Se escondieron apresuradamente dentro. 

- Parece que no nos siguen ya – Comentó Patrick mirando cautelosamente por la rendija de la puerta semiabierta. 

- Patrick… 

- No Susan – Dijo él con severidad – Tú quédate aquí, ya ha muerto demasiada gente por mi culpa, ¿No crees? 

- Y más gente que morirá si no me dejas ayudarte – Repuso ella con calma - ¿Quieres que todos en la nave mueran por tu sentimiento de culpabilidad por lo de James? ¡Nos jugamos demasiado para que quede en manos de una sola persona! 

- Susi, tú no lo entiendes – James se dio la vuelta bruscamente para evitar sus ojos, que lo miraban inquisitivos. 

- ¿El qué he de entender? 

- Yo… no soportaría que te pasase nada malo ¿Entiendes? No puedo dejar que te pase nada. Os salvaré a todos, a ti y a la nave. Yo solo. Por James. 

- No Patrick, esto no es decisión tuya. Se cuidarme yo sola. Y tampoco quiero que te pase nada malo a ti. No tienes por qué cargar con esto tú solo. 

Él suspiró. Sabía que luchaba en una guerra en la que no podía ganar. 

- De acuerdo, tú ganas, pero por favor, ve detrás de mí. 

Los dos salieron cautelosamente de su escondite. El pasillo continuaba vacío. Susan consultó un pequeño mapa holográfico anclado a la pared. 

- Nosotros nos encontramos aquí. Si tomamos este pasillo y nos introducimos por el conducto de ventilación del pasillo A-27, podemos acceder directamente al puente de mando sin que nos vean, e intentar tomarlo por sorpresa. 

- Pero todas las rejillas de ventilación que hay en el puente de mando se encuentran a mucha altura del suelo – Repuso él – Nos haríamos polvo en la caída. 

- ¿Ves? – Sonrió Susan – Al final te alegrarás de que haya venido. Le enseñó una larga y delgada cuerda de fibras metálicas que llevaba anudada en uno de sus bolsillos. 

- Susi ‘’bolsillos’’ vuelve a la acción ¿eh? – Patrick sonrió – Tan previsora como siempre. Vamos. 

Tomaron el camino señalado y llegaron sin apenas percances, después de haber dejado un par de droides de vigilancia fuera de combate con el arma láser de Patrick. Se introdujeron en el angosto conducto de ventilación. Tras los que parecieron ser horas arrastrándose sobre los codos y las rodillas, Susan murmuró: 

- Aquí es. 

Bajo ellos se abría la rejilla que daba a la sala de mandos de la nave interestelar. Y curiosamente, estaba… 

- Vacía – Dijo sorprendido Patrick – La sala está vacía. ¿No nos habremos equivocado? 

- No – Repuso Susan consultando de nuevo el mapa holográfico de la pared – Estamos justo donde queríamos llegar. 

Descendieron con ayuda de la cuerda de Susan. Pero, al pisar el suelo, unos sensores se activaron en las paredes. Una docena de robots entraron por la puerta principal, con las armas prestas para el combate. Pero no dispararon, se mantuvieron ahí bloqueando la salida. Uno de ellos, el más pequeño de todos, les habló: 

- Quietos, no os mováis o seréis neutralizados. 

- ¡Un robot que habla! –Exclamó Susan 

- Soy un droide Z-390 de comunicación y estoy facultado para comunicarme con vosotros en cualquier idioma que deseéis utilizar. Soltad las armas – Repuso el pequeño robot con voz metálica. 

- Deberíais de hacerle caso – Repuso una suave voz proveniente de detrás de la muralla robótica – Mis robots no se andan con rodeos. 

- ¿Ja-James? – Patrick se quedó lívido 

- En efecto, aquí estoy hermano – James pasó junto a los robots, los cuales no movieron ni una pieza para impedírselo. 

- Pero moriste… - Susurró Patrick – Moriste… 

- Hermano, siempre tan limitado. Cogedlos y desarmadlos. 

Los androides, obedeciendo la orden de James, se abalanzaron sobre ellos inmovilizándolos. El pequeño robot de comunicación le entregó a James el arma de Patrick, situándose después a su lado. 

- James – Repuso Patrick tembloroso - ¿Qué sucede? ¿Qué es todo esto? 

- Oh – Suspiró James – Creía que era evidente. Se me olvidaba que había que explicártelo todo, una irritante manía tuya. Bien, creo que no es difícil de entender. Soy un genio. Inventé a estas maravillosas criatura – James hizo un gesto grandilocuente con la mano, abarcando a los robots que los inmovilizaban – Los doté de una inteligencia sin límites y de mil y una habilidades. Son mis criaturas, mis creaciones. Mil veces más perfectas que el más perfecto de los humanos. Y son mías. Soy su creador, su padre, su dios. ¡Ellos no son objetos que vosotros los humanos podáis manejar a vuestro antojo ni tratar como esclavos! ¡Son superiores! 

- Hablas como si tú mismo no fueras humano… - Susurró Patrick 

- Porque por supuesto que ya no lo soy, hermano. Me he hecho un igual a ellos, no pueden estar dirigidos, ellos, una raza superior, por una inferior. Cuando fui a la sede de Paladio Corp, utilicé el ordenador central para transferir mi conciencia a un androide fabricado por mí, a mi imagen y semejanza. Ahora soy como ellos. Soy el más perfecto de todos. Soy inmortal. Su único amo y señor. Y vosotros los humanos debéis doblegaros ante el nuevo ser superior, ante el nuevo orden que nace, como anteriormente los animales hicieron ante vosotros. No tenéis donde huir o donde esconderos. 

- ¡James! – Gritó Susan - ¡Estás loco! ¡Eres un maldito… 

No pudo terminar la frase. Alzando el arma de Patrick, James le disparó certeramente. Susan se desplomó, indudablemente sin vida. Sus ojos vacios aún le observaban aterrorizados. 

- ¡No! – Gritó Patrick fuera de sí - ¿Qué has hecho? ¡Maldito seas! ¡Estás loco! 

- Chisss – Siseó James – No digas esa palabra, hermano. Es muy ofensiva para mí. Todos aquellos que en algún momento me lo llamaron, ahora está muertos. 

- ¡James… Si algún queda algo de piedad, de cordura, de humanidad, de lo que sea, dentro de ti, deja ir a esta gente, por favor! ¡No los necesitas! 

- ¡Claro que los necesito hermano! – Rió suavemente James - ¡Todo rey necesita vasallos, esclavos y bufones! 

- ¡Maldito seas James! 

- Ais – Suspiró él – Me aburres Patrick. ¿Algo más – Repuso él apuntándole con la pistola – que gritarme maleducadamente antes de que te mate y ponga rumbo a esta nave de nuevo hacia la Tierra? 

- Si – Repuso furioso Patrick – Ya lo veo. Cada sociedad siempre ha tenido algún tipo de mal. Pero el mal de esta no puede considerarse que haya sido que los robots se hayan vuelto contra nosotros, no. El mal de esta ha sido en que nosotros nos hemos vuelto como ellos. Queríamos a los robots para que trabajasen por nosotros, como siempre explotamos aquello que no se puede defender. Somos egoístas, no nos importa nada más que nuestros propios intereses. Tenemos nuestros propios problemas en los que ahogarnos, y no nos interesan los de los demás. No nos damos cuenta del daño que nos hacemos unos a otros. Y es una cadena interminable, en la que nadie da el primer paso para solucionarlo. Porque, si muestras compasión hacia alguien, lejos de esa persona portarse igual contigo, se aprovecha de ti. Se aprovecha de tu debilidad y se ríe de ella, aunque él mismo sienta que está solo y llore en su soledad. Porque es un mundo falso e hipócrita. Y tú, James, tú eres la encarnación de todo ello. Te presentas como un triunfador pero sabías que este no era el camino correcto. Sin embargo, ahora ¿Qué mejor oportunidad que esta para vengarte del mundo? ¿De ese mundo que te hizo ser así? Se lo devuelves, ojo por ojo y diente por diente y no demuestras ser mejor que ellos. Has matado a Susan, ella te quería. Y quieres matarme a mí, a tu propio hermano, sólo porque nos hemos interpuesto en el camino de tus locas ambiciones. Te da igual esta nave llena de seres humanos porque quieres poder, y lo quieres a costa del sufrimiento de quien sea. Porque en la guerra de esta vida ya no queda lugar para el amor, la entrega, la amistad y demás. Sólo hay lugar para el odio, la ira, la ambición, la prepotencia, la venganza. Pues bien, tenemos lo que nos merecemos, ciertamente. Nosotros mismos nos lo hemos buscado, actuando como lo hacíamos – Patrick apretó la mandíbula- Y he de decir que, sinceramente, me alegro de no tener que seguir viviendo en un mundo así – Una lágrima cayó por su mejilla, deslizándose hasta el aséptico suelo de metal – Pobres los que dejo atrás, pues seguirán camino hacia su propia autodestrucción, encabezados por ti. Hoy es el día en que la agonía de la humanidad acaba al fin, es el día en el que muere la humanidad. 

- Muy conmovedor y profundo hermano – Dijo James bostezando – Aunque… bastante aburrido. 

Y disparó. 

Kira =^.^=

''Sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción''

- Isaac Asimov -




jueves, 28 de marzo de 2013

La prosa más triste

Niebla profunda y fría,  alquitranada, espesa. Corrosiva como el ácido, benigna como el litio. Un pesado manto de niebla del averno, que apenas deja pasar los rayos de una luna fría y distante.

El viento, repentino, violento, la obliga a huir. Reclama como suyo aquel viejo barrio industrial. Silba con fuerza y aúlla por las calles. Ese aullido animal, primario, ese aleteo de alas monstruosas, que despierta instintos paleolíticos aletargados, esconderse más al fondo de la cueva para protegerse temblando, para no sufrir la ira de ese extraño dios extraterrestre[1].

Chapa corroída, óxido anaranjado, suciedad, kippel[2]. Decadencia, corrupción. Ventanas reventadas, dinteles vacíos que protestan en una eterna mueca torcida. Paredes que amarillean en las rectamente antinaturales calles, que llenan los vacíos entre las grandes naves industriales medio derruidas. Una de ellas tiene trazas de haber padecido un incendio en su interior. Los maderos, chamuscados y ennegrecidos, parecen garras retorcidas que quieran arañar el cielo nocturno. Un papel solitario es arrastrado por la fuerza del viento de un lado a otro, por un enorme solar yermo, en cuyos bordes hay alguna escuálida brizna de hierba de color grisáceo. Ni las ratas podrían considerar este lugar como su hogar. Ni siquiera la naturaleza vuelve a reclamar este territorio arrebatado por los humanos para sí de nuevo.

Es curioso. Si observáramos el lugar desde una perspectiva aérea, la zona tiene una grafía peculiar, una forma distintiva muy concreta. Parece que estuviésemos observando un alma humana.

La oscuridad de la noche prevalece al fin, ayudada por el silbido del viento que arrastra los últimos jirones de niebla, deshaciéndolos. Lo que quedaba era un mundo esquelético, de rocas y luz de luna[3].

La noche, esa noche del alma, tiene una peculiaridad. Y es que ni siquiera un observador avezado sabría decir desde cuando es de noche. Incluso casi se podría decir que jamás había habido día, aunque nuestra lógica nos diga que eso es imposible. ¿Esta noche era, pues, eterna y perenne, presente desde siempre? ¿O quizás la oscuridad se adueñó tiempo ha, de esta dimensión eterna?

Alguien dijo alguna vez ‘’Puedo escribir los versos más tristes esta noche’’[4]. Y al fin le comprendí, entendí que quería expresar con esas palabras.

Porque yo no soy poeta y no se escribir versos, pero si se que sería capaz de escribir la prosa más triste en esta noche.

Kira =^.^=

[1] Referencia al dios extraterrestre Cthulhu, creación de H P Lovecraft
[2] Concepto del escritor Philip K Dick de su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? 
''Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después de que se haya gastado la última, el envoltorio de un chicle o el diario del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce [..] el kippel expulsa el no-kippel [...] nadie puede ganar al kippel, a no ser, quizás, de forma temporal y en un punto determinado, como mi apartamento, donde he conseguido un equilibrio entre kippel y no-kippel, al menos por ahora [...]''
[3] Aldous Huxley; Un mundo feliz
[4] Pablo Neruda; 20 poemas de amor y una canción desesperada, poema XX

''Ella estaba en ruinas como Roma, y ardía por dentro como la propia Troya''


miércoles, 6 de febrero de 2013

Un bosque

Porque despierto y siempre es igual, bajas ramas arañan mi rostro, zarcillos de niebla me congelan entre su frío aliento. La niña está ahí, pobre niña perdida. Encuéntrala mientras puedas. Ella me llama, me grita con su voz, me susurra en la lejanía con una nítida advertencia, algo amenazador en el aire, presencias oscuras, muertas. Las flores están en flor, lleno el ambiente de perfume, la Luna brillante en el cielo. Hay algo que no está bien, no lo está, no lo está… 

Si hechas a correr detrás de su voz, de la presencia, del brillo, siempre te perderás, tropezarás con un tronco podrido y, sollozante, te harás un ovillo en el suelo. Pero ella no te deja en paz, no te deja descansar, tienes que continuar puesto que ella es la única luz en la oscuridad del húmedo bosque. Sigue sus huellas, pálidas franjas hollando la tierra húmeda. 

Persíguela, persigue a la niña perdida, eternamente deambula, notas como te llama cuando te frenas. Estás cansado pero sigues, morirás de extenuación pero jamás te detienes, ella se encarga de apremiarte. 

¿Está a tu izquierda? ¿Está a tu derecha? Conceptos vanos, vacíos, sin significado, despojados de su valor semántico, para ser reducidos a simples letanías que mantienes en un intento de aferrarte a algo tangible. La realidad se confunde en este bosque y estás solo, completamente solo, solo la niña y tú, la oscuridad y tú, el bosque y tú. ¿De verdad existe ella? ¿Qué es ya la verdad? ¿Qué es real? Siempre me engaña, una y otra vez, una y otra vez, y otra vez, y otra vez… 

Cuando crees que no existe vuelve a aparecer y su calidez te hace llorar, las lágrimas rápido se escarchan en tus párpados. Déjame, déjame, le imploras - pero ella sólo sonríe, quiere jugar, siempre quiere jugar. Y hay algo en el bosque, ¿Está detrás de ti? ¿Delante? ¿Derecha? ¿Izquierda? ¿Existe el espacio en este bosque o estoy corriendo en círculos? ¿Estoy más cerca de ella o estoy inmóvil? 

Y cuando casi la rozas, está ahí, ahí está, casi más real que tú. Ella es la presencia, ella es peligrosa, ella es el bosque, ella no es real, tú no eres real. Y sin embargo no está, sólo estás solo, en un oscuro, frío bosque. Ella te ha vuelto a engañar, una y otra vez y otra vez, y otra vez, y otra, y otra, y otra.

Kira =^.^=


''Acércate y mira, mira entre los árboles, encuentra a la chica si puedes.
Acércate y mira, mira en la oscuridad, sólo sigue tus ojos, sólo sigue tus ojos.

Escucho una voz, diciendo mi nombre, el sonido es profundo.
En la oscuridad, escucho su voz, y comienzo a correr entre los árboles, entre los árboles.

Entre los árboles.

De repente me paro, pero se que es demasiado tarde.
Estoy perdido en el bosque, todo está solo.
La chica nunca estuvo allí.
Siempre es lo mismo, corro hacia la nada, una vez, y otra, y otra, y otra, y otra.''

- The Cure; A Forest -