miércoles, 14 de marzo de 2012

La escalera

Se encontraba en una enorme sala de techo alto. Sacudió una mano delante de la cara. No se veía nada. De repente, una ráfaga de aire cruzó la habitación y un punto de luz titiló en la oscuridad. Abriéndose paso entre la atmósfera densa y enrarecida, tuvo una curiosa sensación de familiaridad. ¿Había estado en este lugar antes? Desechó esa idea bruscamente. Era imposible. Nunca antes había estado en ese lugar. Seguramente su implacable perseguidor trataba de abrirse paso en su mente y confundirla. No caería en su trampa.

Tras caminar unos minutos eternos, llegó a la fuente de la luz. Esta provenía de una antorcha sujeta a la pared por un ornamentado soporte de forja negra. El soporte estaba helado al tacto. Un paso más adelante comenzaban los escalones de lo que parecía una escalera de caracol. Agarró la antorcha con decisión y comenzó a bajar. Conforme descendía, la temperatura era más baja. Una gélida neblina alargaba sus húmedos dedos hacia ella mientras que trataba de de bajar con cuidado por los desgastados escalones. En la lejanía se oía el tenue y monótono gotear del agua.

Bajó durante horas, sin pararse a descansar. A veces se encontraba con un escalón desmoronado o una grieta profunda y debía detenerse a franquearlo con cuidado. Perdió la cuenta de los escalones que ya había bajado, sólo se concentraba en poner un pie delante del otro, en avanzar tenazmente. No pienses en que estás cansada - Se dijo - El cansancio es sólo un estado mental. 

Continuó durante horas, poniendo buen cuidado en ir por el lado de la escalera que pegaba a la pared ya que esta no tenía barandilla, nada que la protegiera de la demoledora oscuridad abismal que avistaba a sus pies cuando se asomaba.

Exhausta, se dejó caer sobre un escalón, cuando se dio cuenta de que este abría paso a un amplio rellano. A lo lejos, titilaba otra luz. Un repentino soplo de viento apagó su antorcha, dejando la habitación en penumbra. Se encaminó hacia la otra luz. 

Repentinamente una enorme sombra tomo forma en el suelo y se alzó sobre ella. Tenía forma humanoide, sus manos terminaban en unas enormes garras afiladas. Dos ojos amarillos le observaron desde las alturas. La criatura le atacó con un afilado zarpazo y ella sintió como se materializaba en su mano con un tintineo una brillante espada cuyo pomo estaba decorado con una cadena que terminaba en una corona de tres picos plateada. Paró el ataque con destreza y la sombra reculó unos pasos. Con agilidad sobrenatural, la criatura volvió a la carga y ella rodó hacia un lado para esquivar el ataque. Con la reluciente espada en la mano, encadenó una serie de fulgurantes ataques. Pero allí donde tocaba el arma a la sombra la traspasaba sin causarle ningún daño. Ella observó este hecho horrorizada: ¡Era invencible! La criatura alzó una oscura extremidad para pisotearla. No le quedaba otra opción: Debía de huir. Fintó el ataque y corrió hacia la luz. Oyó como a su espalda la sombra la seguía. Ella aferró la nueva antorcha de su soporte y se precipitó por los escalones. Fue bajando rápido tratando de poner la máxima distancia entre ella y su perseguidor. Para su espanto, una enorme garra impactó en el lugar donde segundos antes se encontraba su cuerpo. Abandonando toda precaución, se arrojó por los gastados escalones en estampida. Su pie tropezó con una profunda grieta. Trató de recuperar el equilibrio mas el siguiente golpe de la criatura hizo temblar el suelo y ella perdió pie. Con un alarido aterrador, se precipitó al vacío, una espiral de tinieblas la engulló...

Se encontraba en una enorme sala de techo alto. La oscuridad era total. Sacudió una mano delante de su cara. Nada. un soplo de aire gélido surcó la estancia. A lo lejos, titiló una luz. Abriéndose paso entre la atmósfera densa y enrarecida de la sala, tuvo una sensación de familiaridad. ¿Había estado en ese lugar antes? Rápidamente desechó esa idea de su mente. Era imposible. Nunca antes había estado aquí. Seguramente su implacable perseguidor estaba tratando de meterse en su mente y confundirla. No caería en su trampa. Se encaminó hacia la fuente de la luz...

Dos ardientes ojos como ascuas la observaban en las sombras. Qué juego tan divertido. Se oyó un bajo siseo gutural y una antorcha prendió en el otro extremo de la sala. Una risa escalofriante resonó en la habitación, ahora vacía.

Kira =^.^=

''Una llama parpadeante tan serena,
devora la noche para que pudiéramos ver
el miedo tan grande que teníamos''

- HIM; Endless dark -

jueves, 8 de marzo de 2012

El Cuervo


Cuando una persona muere, su alma se libera de su cuerpo y queda a la espera de que vengan a guiarla. Ella sola no puede encontrar el camino entre la oscuridad al descanso eterno. Ese ave, de plumaje negro y gran inteligencia que los humanos conocen como ‘’cuervo’’ es la encargada de recoger el espíritu del difunto y guiarlo hasta la luz. Pero en ocasiones, el alma de esa persona no está preparada para marchar, no puede flotar, puesto que algo le pesa enormemente, un dolor profundo le corroe. En estas ocasiones, el cuervo ayuda al alma a liberarse para que pueda descansar, concediéndole oscuros y poderosos dones para tal fin.

Noche cerrada. La luna llena brilla en el cielo tormentoso. Un relámpago surca el firmamento desgarrándolo con violencia. La oscuridad se cierne sobre la ciudad, solo atenuada por el brillo de las luces metropolitanas. Las calles están vacías. Contra el resplandor de un rayo se recorta una silueta sobre un alto edificio: Él está ahí, vigilante. Un ave de negro plumaje eleva el vuelo desde su hombro y sobrevuela la ciudad con majestuosidad. El hombre espera pacientemente unos momentos mientras la tormenta sigue atronando a su espalda, produciendo un oscuro contrapunto a sus pensamientos. El cuervo, como si hubiese sido convocado silenciosamente, regresa y se posa en su hombro. Una sonrisa tenebrosa ilumina ese rostro blanco marcado con sendos dibujos negros sobre los ojos. Esta noche, al fin se producirá su venganza.

Otro rayo reverbera violentamente sobre la ciudad. Sin embargo, este no se recorta contra ninguna sombra. El Cuervo ya no está allí.

Kira =^.^= En memoria de Brandon Lee ''Nunca llueve eternamente''

'' Justo como la luna hace
Nosotros nos elevamos, brillamos
y caemos sobre ti
Que yo me elevo, brillo y me arrastro
Las victimas no somos todos ''

- The 69 eyes; Brandon Lee -




jueves, 1 de marzo de 2012

La noche del mar

La oscuridad nos aterra, nos atemoriza. Es la ausencia de luz, la privación de uno de nuestros sentidos y el más fundamental. La noche oculta los objetos a nuestros ojos y esto es lo que nos asusta; No la oscuridad en sí, sino lo desconocido que acecha dentro de ella. Sin embargo, la noche de la superficie del mundo sólo afecta a la vista y hemos aprendido a combatir este impedimento. Encendemos una luz y alejamos la oscuridad.

La noche no afecta a nuestro sentido de la audición; los sonidos de animales, el susurro del follaje, el adormilado murmullo de las aves, ruidos de coches, de gente al pasar; Todo ello se detecta con facilidad, con mayor facilidad incluso que a la luz del día, ya que la noche parece agudizar los otros sentidos a cambio de entorpecer uno.

Sin embargo la oscuridad común no es nada comparada con las tinieblas de los profundos abismos del océano. La noche se desliza en silencio sobre la superficie del mundo como la sombra del ala de un ángel y es sencillamente eso, una sombra. Pero la noche del agua es diferente. La oscuridad del mar no es una sombra tendida ante nuestros ojos. La noche submarina es una entidad. Tiene peso, forma y sustancia. Sofoca el aliento de los pulmones. La noche del mar es eterna. Los rayos del sol no la pueden atravesar. Ninguna luz puede iluminarla. La noche del mar está viva. Multitud de criaturas pueblan la oscuridad y los humanos son intrusos en su dominio. El silencio, el peso, la vida de aquella oscuridad resultan opresivos, enloquecedores, exacerban la cordura y la razón porque ante todo…

La noche del mar es silenciosa

Kira =^.^=

''Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad,
la verdadera tragedia es cuando los hombres le temen a la luz''

- Platón -