Poesía

LOS TRIGALES AZULES

Trigales azules se estremecen bajo el cálido viento,
bajo el gélido tiempo,
tiemblan otra vez. 

El extraño sol violeta,
alumbra con claridad irreal ese mundo real,
este delirio fatal, esta inmunda grandeza,
este abominable envés.

Tan tangible e intangible a la vez,
refugio de locos dioses,
de retumbantes voces que suenan al través.

Y qué decir de los habitantes de tan delirante mundo,
todos locos, todos sordos o todos mudos
o quizás alguno vuelto del revés.

No obstante, bajo la tierna vegetación,
sobrevive un eón de eras extraordinarias.
Nunca se vio en esta tierra nacer,
otro conocimiento semejante,
proveniente de gente errante,
que sabía hacer las flores crecer.

Columnas, arcos, frisos y Cupidos,
tiernamente esculpidos en mármol lechal.
El pétreo león sobrevive dormido,
su boca abierta en mudo rugido,
el tiempo le ha sido fatal.

¿Qué será de esa civilización pura? ¿Qué será de ese elevado conocimiento?
Puesto que en este planeta en movimiento,
se ha perdido el razonamiento y con él la cordura.

Los hombres cuan animales,
intransigentes e intolerantes,
faltan por ponerse a cuatro patas y como rumiantes pacer.
Todo se ha perdido, no hay esperanza ya,
el caos y la desesperanza campan a placer.

Mas esto a los azules trigales no altera,
ellos permanecen eternamente en espera,
 que otra vez el viento los vuelva a estremecer. 

Y el sol índigo eternamente brillará,
poniendo de manifiesto,
lo que es tristemente cierto,
que es el fin de la humanidad.

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