sábado, 8 de octubre de 2011

No soy como tú

Y corrí, corrí alejándome de todo, de todo el dolor, de la incertidumbre, de la certeza del daño causado, de mi misma. Corrí hasta acabarse mis fuerzas, hasta no reconocer el lugar donde me encontraba, hasta derrumbarme en una esquina. La gente pasa a ambos lado sin mirar, sin querer mirar, sin querer ser participes de un dolor ajeno, están allí de forma ausente, espectros luminosos envueltos en color, sin corporalidad ninguna. Abrazada a mis rodillas dejé caer la cabeza entre ellas, mientras el dolor me atenaza, un dolor desgarrador, más profundo que cualquier dolor físico, es el dolor del alma, mortífero como puñales envenenados, candente como hierros al rojo. 

Noto la caricia de una suave brisa en el pelo, producto del revolotear de un abrigo de una señora envarada que pasa más cerca de mí que el resto de la multitud, una varada de perfume azota mi rostro con virulencia, el olor dulzón de la decadencia y la podredumbre se destaca poderosamente en el olor a humo y polución de la calle. La mujer me mira con desprecio y se aleja rápidamente, murmurando algo acerca de ‘’esta juventud de hoy en día’’ mientras que de vez en cuando, mira hacia atrás como si yo tuviese algún tipo de enfermedad contagiosa. 

Consigo levantarme tambaleándome, mientras que la gente se aparta de mí con la desaprobación pintada en sus rostros, rostros blancos como maniquíes inexpresivos, cuyo único rasgo en común es su apariencia humana. Sigo entonces corriendo, como si no hubiese parado nunca, apartando la marea de gente con mis manos, lucho contra ella para evitar ahogarme, intentan arrastrarme al fondo pero pataleo con la energía de la desesperación y por fin salgo a la superficie. Con la mirada extraviada de un animal acosado, busco un refugio en esta locura, en este caos. 

Mi mirada se detiene en un bar de mala muerte, las luces rojas de neón me guiñan, llamándome la atención. Me precipito al interior, mirando por encima del hombro, sin estar segura de que mis perseguidores hayan quedado atrás. El dueño del bar, un hombre mayor, con la cara surcada de arrugas y el grasiento pelo entrecano cayendo sobre uno de sus ojos, detiene su mirada sobre mí unos instantes, después prosigue con su tarea de secar un vaso con un trapo mugriento. Probablemente hay visto cosas peores a lo largo de su vida. Casi sin detenerme, entro en el baño y atranco la puerta con el pestillo desportillado de su lateral.

Respiro unos instantes, con la espalda apoyada en la desvencijada puerta antes de darme cuenta de que no estoy sola. Ella está aquí. Y me está mirando fijamente, con esa mirada que odio en lo más profundo, una mirada anti natural, con el brillo enfermo de los ojos de un animal rabioso. ¿Qué quieres de mi? - Le espeté - ¿no vas a dejarme en paz jamás? Ella esboza esa media sonrisa que tan bien conozco, una sonrisa entre burlona y melancólica, con un deje de amargura en la comisura, pero no dijo nada. ¡Respóndeme! – Grité casi fuera de mí - ¿Qué es lo que quieres que haga? Lo he intentado pero no puedo, por más que quiera, no puedo hacerlo, no puedo… Ella dejó de sonreír pero seguía conservando ese aire burlón, cínico, amargado, que tanto aborrecía. Lo sabes –susurré temblando- ya lo sabes, no soy como tú. Ella me miró con asombró, como si esa idea le resultara novedosa. No me mires así, ya lo sabías. ¡Por dios, deja de mirarme! ¡No soy como tú! ¡NO SOY TÚ! ¡DEJA DE MIRARME! y con un último alarido de rabia, que brotaba de lo más profundo de mi garganta, de mis entrañas, desgarrándome de dentro hacia fuera, quemando como la ponzoña, como el ácido, arremetí contra mi propia imagen en el desvaído espejo, el cual se quebró en mil pedazos diamantinos, con mi reflejo mirándome con reproche desde cada uno de ellos mientras que, entre el estruendo de cristal roto, un agudo lamento se abrió paso entre el humo y la polución de la ciudad hasta el fresco cielo nocturno, vigilado por un plateado ojo inquisitivo.


Kira =^.^=

''Olvidando todo el dolor dentro
Has aprendido a esconderlo tan bien
Pretendiendo que alguien más venga
Y te salve de ti mismo
No puedo ser quien tú eres''

- Linkin Park : Leave out all the rest -

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